Fui el primero en subirme al transporte. Distraído le entrego dos monedas al chofer, lamento no tener algo para entretenerme: un buen libro, una revista o mi reproductor de CDs.
Entonces aparece el segundo pasajero y pienso; es un niño. El niño saca de su bolsa las monedas y paga, se sienta delante de mí, se ve un poco aturdido o somnoliento, tendrá realmente 12 años o algo así No le presto mucha atención pues acaba de subir una anciana, busca por todos lados algunas monedas hasta que mete la mano por el escote de su blusa y paga. De pronto me sonrojo, pues debí haberla ayudado a subir, ella en cambio me regala una sonrisa y se sienta a mi lado. Soy muy malo calculando edades; pero hago mi segundo intento, no hay nada mejor que hacer: debe tener más de 80 años de edad, su piel arrugada, sus manos algo deformadas por la artritis y...
Me saca de mis deducciones el atuendo del siguiente pasajero; un joven de tal vez unos veintitantos años de edad en traje de baño!!! Bueno, trae una camisa de salvavidas algo mojada que explica todo. Hace un movimiento con su mano sobre su cabello como para quitarse algo y observa sorprendido su mano vacía. Se sienta detrás de nosotros.
Observo entonces a la pareja que acababa de subir: Él, un señor con traje, pensaría que demasiado lujoso en contraste mío o con el salvavidas y ella con un vestido de gala. Deben venir de una fiesta.
Fue entonces cuando la vi: Su piel morena. El cabello rizado le colgaba ligeramente arriba de los hombros. Su vestido blanco se ceñía a su bien formada figura. Unos finos labios algo azulados para mi gusto. Sus ojos negros, al parecer vidriosos. Vi como llevaba una mano a su cuello, había en él una marca. ¡Qué dicha el que pueda besarla en esa zona!, Al pasar a mi lado más que excitación sentí una agobiante tristeza.
Me acomodo en mi lugar, un tanto apenado. Entonces un niño sube deprisa, le oigo decir a una mujer "ten cuidado. Entrega las monedas al conductor". Ella hace lo propio, entregando cuatro ya que lleva una niña en sus brazos. Los sigue un hombre que busca y busca. Le ordena de mala forma a su mujer que le dé para el pasaje. Ella no lo oye o, tal vez, no quiso oírlo. El tipo intenta subir pero el conductor, con sólo voltear, lo impide. Entonces comienza a gritar desesperado y le ordena a su familia que baje. Nadie se mueve.
"Vete" -- dice el conductor – "regresa cuando tengas para pagar" Su voz resulta tétrica. Siento un escalofrío y puedo notar que no soy el único.
El conductor se acomoda, puedo ver una mano descarnada bajo su manto. La barca poco a poco se mueve. Empezamos a cruzar el río.
Roy
14/diciembre/2005
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