jueves, 26 de noviembre de 2009

Momentos

Cada momento tiene una cierta medida de tiempo, lo ubicamos en un cierto escenario can matices de colores, personas, sonidos y olores; tiene ciertas raíces en el pasado y forja, tal vez, un futuro.
Más esto no era cierto estando a tú lado; pues el reloj se detenía congelando el correr del tiempo; no había más color que el de tus labios rojos, tus mejillas morenas, tus verdes ojos; no más aroma que el del perfume que en tu cuello rociabas, no más sonidos que el latir de un par de corazones que se amaban; el pasado no importaba era sólo el presente el que contaba y no había ningún futuro si no era contigo.
Recuerdo, como si fuese ayer, el primer día en que te vi: tu mirada vaga y triste; tu contoneo pausado, lento, como sin ganas; las manos juntas y en tu espalda; tu boca cerrada, seria... meditabas eso era obvio; aún me pregunto sobre qué, nunca lo hablamos, sólo sé que algo debía decirte para consolarte, para hacerte sentir mejor; así que, cauteloso, me aproxime a ti de frente y con voz halagadora te dije: “Si un hambre hace entristecer así a una mujer, de tal modo que dude tanto, entonces no debe ser el adecuado. Usted señorita debe tener a un hombre que la haga reír por siempre. ¿No lo cree?”. Hasta la fecha no estoy seguro del por que dije eso, sin embargo hizo mella: te hincaste a ¡llorar!... no sabía que hacer, te tome de la mano y tu me la apretaste con demasiada fuerza, entonces alze tu rostro con delicadeza, tu mirada triste me escudriñó, tus mejillas con lágrimas brillaban con la luz del sol y en medio del llanto me sonreíste... así me enamore de ti.
Pasamos muchas horas en la banca del parque platicando del mar, las estrellas, el cielo, la lluvia, los sueños, las pesadillas, de ti y de mí... recuerdo la noche: clara y fría, te llevé hasta tu casa y desde ese día se hizo también mía.
No pasó mucho tiempo para que declarase mi amor, realmente pensé que me tomarías por loco y sólo me sonreirías diciendo: No. Más fue grata la sorpresa al saber que tú también te habías enamorado de un loco poeta que te habló en la esquina de un parque.
Duramos mucho tiempo sin roces, sin molestias, todo era perfecto; pero entre más pasaba el tiempo parecía que los demás tuviesen celos: tus padres, mi madre, los amigos; todos nos condenaban al fracaso y casi tienen razón... Recuerdo también esa otra noche, es la única ocasión en toda mi vida que tuve celos, me cegaron sólo reaccioné, gritando y quedando en ridículo al golpear a tu tío ¿Quién iba a penar que tu tío tuviese casi mi misma edad? Además mi cabeza se hallaba llena de ideas de gente entrometida... discutimos como nunca y pase la peor semana de mi vida oyendo música sin salir de casa; hasta que con un ramo de rosas, una caja de dulces y un verso llegué a ti el fin de semana; fue muy difícil pero poco a poco lo superamos.
Nuestra relación mejoró tanto que los demás ahora nos daban su apoyo, ya parecías tu hija de mi madre y tus papas me tenían mucha confianza; pues a darle gusto a todos: “¿Te casas conmigo?”, Pregunté en una cena de gala; que impresión cuando dijiste: No. Estaba acabado no tenía palabras, sólo solté una lágrima que tu limpiaste con la mano mientras decías: Pero me encantaría vivir contigo. La siguiente lágrima fue de felicidad.
Pasamos muchos años juntos, criamos a tres excelentes hijos: Un cantante, un arquitecto y mi dulce bailarina. Como de costumbre rara vez peleábamos; pero, cuando lo hacíamos la tierra temblaba a nuestros pies.
Todo es cuestión de momentos; dijo hace un momento una de tus nietas, así que recordé unos de los más importantes contigo; ella tiene razón en algo: esos momentos te hacen valorar tu vida indicándote si fue feliz, plena, triste, de aprendizaje, de odio, de amor o llana. Recuerdo y sigo sin saber como “globalizar” mi vida; pues, amé, fui feliz, triste, plena y hasta la fecha sigo aprendiendo. Si vieras cuan inteligente es tu nieta, ya es toda una damita adolescente que heredó mi alma de poeta y tu mente vivaz, mi carácter pasivo y tu necedad, mis ojos y tu bella sonrisa. Con ella platico durante horas, incluso me mira escribiéndote cartas y me acompaña cada sábado a dejarte una rosa donde descansas.
Hace ya 7 años que te fuiste, nada trascendental ha sucedido en ese tiempo ni en mi vida, ni en la de nuestros conocidos, ni en el mundo; aún que pensándolo bien sí algo hubiese ocurrido no me habría percatado y si lo hubiese hecho sería irrelevante pues no puedo compartirlo contigo. Sé que muy pronto nos veremos, mi tiempo aquí ya también se acaba y aún que muero por estar a tu lado debo esperar a que vengas por mí. Quien diga que no se puede vivir de amor ¡Miente! Durante 7 años te he recordado, he descuidado todo: mi salud, mi casa, mis hijos; pero tú me reanimas, me das fuerza, vigor, energía... Que ironía muero por tu amor y este a su vez me da vida... pronto, muy pronto, estaremos juntos.

Con Amor
Hoy y Por Siempre
Roy
10 /Abril/1998

PD: Por cada momento feliz que tuvimos, una rosa te regalaría;
Más no hay tantas rosas en el mundo, así que te lo debería.

Por cada vez que te hice sufrir, una lágrima derramaría;
Más tu secaste mis ojos con una sonrisa de alegría.

Por cada vez que me sentí sólo, un poema te escribiría;
Más cada segundo sin ti sólo me sentía;
Así que te escribiré poemas por el resto de mis días
ROY

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