Irónicamente su nombre era Lola. Tenía 14 años cuando la conocí y 16 cuando la asesinaron. Aún no puedo creer que en poco más de dos años mi vida y la percepción que tengo de la misma hayan cambiado tanto.
Conocí a Aurora, la madre de Lolita, durante una reunión en la casa de un viejo amigo. La verdad estaba encantadora y pasamos bastante tiempo platicando. Fue tal la conexión que tuvimos, a partir de ese día, que en unos meses nos casamos. Desde un principio supe que su esposo había fallecido hacía poco más de 10 años, nunca antes alguien le había atraído tanto como yo, solía decirme; además había decidido ocuparse de su hija de casi 4 años. Pasaron 10 años rápidamente y se había acostumbrado a estar solo con su hija.
Pero efectivamente el tiempo pasó y las cosas cambiaron. Llega un momento en que los niños se convierten en adolescentes y, en la mayoría de los casos, ya no desean la compañía de sus padres. Lolita estaba entre el común de los adolescentes en cuanto a su comportamiento, no tanto así en su desarrollo físico, que casi estaba en su plenitud a sus escasos 14 años. Sí, la conocí pareciendo una mujer; pero sabía que era solamente una niña.
Nunca había pensado seriamente en tener hijos; de hecho no soportaba a los niños pequeños ni siquiera a mis propios sobrinos. La última relación seria que había tenido terminó precisamente por esa razón: Ella si quería hijos y, siendo sincero, yo no. Pero la vida me dio una sorpresa que la verdad no esperaba, una hija de 14 años.
Aquí tengo que aclarar algo; ella me tuvo confianza desde el principio, me platicaba sobre sus amigas, sus inquietudes, lo que quería hacer y hasta de los chicos que le gustaban. Cierto es que en ocasiones cuando la veía en ropa interior o se sentaba en mis piernas, mi cuerpo reaccionaba, a fin de cuentas soy un hombre. Pero jamás vi a Lolita de esa forma. Ella se había convertido en la hija que nunca quise tener y sin embargo ahora la amaba.
Me arrestaron en mi oficina al regresar de comer. Estaba totalmente confundido, un policía en particular, me golpeo y me dijo "A ver si puedes con alguien más grande; cabrón". No me dijeron nada más, estuve en una celda durante la tarde y esa noche. No pude hacer ni siquiera realizar una llamada, como lo muestran las películas, me intrigaba que Aurora no hubiese venido, le debieron haber hablado de la oficina para decirle, pensaba. Entre la incomodidad y el miedo que sentía por la incertidumbre, sólo conseguí dormir un par de horas.
El día siguiente fue peor. Vi entrar a Aurora, estaba pálida y ni siquiera me volteo a ver. Por fin llegó Juan, mi abogado y amigo, después de ese día dejo de ser ambos: "Te acusan de matar a Lola". Me quede frío, no podía creer que Lolita estuviera muerta, era más de lo que podía soportar y me solté a llorar como no lo había hecho desde que era un niño. "No te creo capaz de haberla matado; pero, esto te mereces por tirarte a una niña". Todo mi dolor se convirtió en ira y de un golpe lo mande al suelo. "Aurora me lo conto todo no puedes negarlo" ¿Aurora? Esto era cada vez peor.
Me encontraba en shock, y los días pasaron como en un sueño, de forma irreal. Juan fue sustituido por Amanda, hermana de una compañera del trabajo, que al principio me veía con desprecio; luego me veía con lástima. Yo no podía dilucidar que era peor. Sin embargo, en pocos días mi situación cambió de manera tan radical a la forma en que había empezado. Me liberaron con una disculpa. Se imaginan "Disculpe usted estábamos equivocados". Igual estaba tan ensimismado e intentaba reconstruir estos días que no entendía nada.
Amanda me llevo a comer a un restaurante cercano. Me dijo que necesitaban que declarara una vez más; en esta ocasión en contra de Aurora. Mi abogada había descubierto muchas irregularidades en el caso, desde la forma en que me arrestaron hasta las mismas circunstancias del caso. Pidiendo unos favores y con ayuda externa a la policía encontraron evidencia que incriminaba a Aurora; cuando la confrontaron los agentes policiales, ella confesó haberla asesinado y tratar de inculparme. Al regresar a la delegación de policía, la observe tras las rejas, en el mismo sitio en donde me encontraba días antes y ella no quiso voltear a verme. No pude declarar en su contra porque no tenía nada que declarar. Yo no sabía nada. Con esfuerzo despejé mi adormilada mente y pedí hablar con Aurora, ella no se rehusó y nos dejaron en un privado sólo con un oficial de policía.
Salí de allí completamente abatido, mi burbuja de felicidad, una felicidad que no creí llegar a conocer, se había destrozado por completo. Aurora creía que Lolita y yo teníamos relaciones.
"Ella misma me dijo que necesitaba hablar conmigo porque amaba a un hombre mayor y no sabía qué hacer. En mi cara me lo dijo la muy ¡estúpida! –Aurora pierde el control y el policía le pone el brazo en el hombro – "No pude aguantar más, perdí el control. Luego, me di cuenta de que había matado, a mi propia hija por tu culpa" – En su rostro no vi remordimiento ni dolor ni nada su mirada estaba ausente – "Tú debías ser castigado. Tú eres el culpable de esto"
"¿Pero de donde sacaste la idea de que teníamos alguna relación?" – Pregunte buscando una respuesta que me hiciera entender todo lo que ha pasado.
"No soy… tonta" – claramente se contuvo – "Ella te platicaba todo, se sentaba en tus piernas y te abrazaba cada vez que llegabas. Incluso a mi me decía que saliera del cuarto si se vestía; pero a ti te preguntaba cómo se veía…" – No mencionaba su nombre, eso me causaba mucho dolor.
"Estas equivocada" -- le dije mientras me levantaba y me dirigía hacia la puerta para salir de allí, sentía que me ahogaba.
"No te vayas sin confesarlo. Podrás engañarlos a todos; pero, a mí no me engañas." – Se levanta de la silla, me dice de la forma más hiriente posible – "A ver cabrón. Convénceme de que estoy equivocada."
Y aquí estoy con usted. Vendí la casa, dejé mi trabajo y me vine a vivir a provincia. Estoy tratando de recuperar mi compostura.
"Antes de que se retire, dígame algo" – me dice el psicólogo – "Si va a ser mi paciente tiene que ser sincero conmigo ¿Tuvo usted relaciones sexuales con su hijastra?"
Le voy a contestar de la misma manera en que le conteste a su madre. Antes de salir del privado, después de su lastimera pregunta le dije: "No podía tener relaciones con ella. Porque las amaba a las dos. Y no habría sido capaz de lastimar a ninguna, en especial a ti. Eso es verdaderamente amar a alguien ¿no?"
Se desmorono por completo. Cayo como fulminada en la silla y por primera vez le oí mencionar, en un susurro, el nombre de Lolita; "mi" difunta hija.
Roy
25/Feb/2010
No hay comentarios:
Publicar un comentario